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Adiós a la Memoria
Dirección:
Nicolas Prividera
Producción:
Pablo Ratto
Sinopsis:
Un padre que ha perdido la memoria, mientras en su país se impone un gobierno que propone el olvido. Un hijo que bucea en las películas familiares que filmó su padre, buscando los rastros de su propia memoria. Y entre ambos, el recuerdo imposible de la madre desaparecida.
Palabras del director:
Hace más de diez años que vengo trabajando sobre el tema de la memoria. Con M (2007) me propuse bucear en la memoria cercana, a través de la búsqueda de la historia de mi madre, desaparecida en 1976. Con Tierra de los padres (2011) esa búsqueda se abrió hacia un pasado más largo y un espacio más intenso, el de 200 años de historia argentina enterrados en el cementerio de la Recoleta de Buenos Aires. Ahora, Adiós a la memoria cierra de algún modo esa trilogía involuntaria, volviendo a lo familiar pero tensándolo una vez más hacia lo social: se trata de indagar en esa zona donde la memoria personal se vuelve colectiva, incluso al precio de disolverse... Algo de esto había presentido hace años, cuando vi a mi familia materna caer bajo el Alzheimer: en ese momento me pareció que había algo de venganza del destino, ya que fue esa rama conservadora la que renegó de mi madre como si fuera una fruta podrida de su linaje. En cambio, la familia paterna la había adoptado y querido, y yo veía esa bonhomía en la lúcida longevidad de mi abuelo… Pero cuando a mi padre le diagnosticaron una enfermedad degenerativa, esa “justicia poética” pareció volverse una vez más una burla del destino. Porque mi padre había hecho todo lo posible por olvidar. Tal vez por eso nunca me preocupé por rescatar su memoria, ni siquiera cuando aun la tenía: no quería que la historia de mi madre viniera filtrada por esa subjetividad abandónica. Prefería tener el coral relato familiar, y dejar en sombras todo lo demás. Y ahora que todos esos recuerdos se han perdido en la bruma, no es arrepentimiento lo que me mueve a revisar las viejas películas familiares, sino el tratar de entender cómo se heredan los recuerdos, como se construyen… ¿Pero cómo confiar en la propia memoria cuando no hay una memoria propia del trauma? ¿Cómo fijar entonces una memoria más cercana a un paisaje después de la batalla que a la quietud de un museo de armas? Supongo que intentando reflexionar sin memorializar. Fabular sin mentir. Re- crear sin tratar de concluir. Devolverle a la experiencia (histórica) su sentido (político). Sobre todo en una época que tiende a proponernos el olvido, como cada vez que se impone el neoliberalismo (surgido en este rincón del mundo de las mismas dictaduras que vinieron a reprimir toda “chispa de esperanza en el pasado”).
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